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Cada elemento de los equipos en el registro de la planta debe de haberse adquirido para unos propósitos determinados. En otras palabras, deberá tener una función o funciones específicas. La pérdida total o parcial de estas funciones afectarán a la organización en cierta manera. La influencia total sobre la organización dependerá de:

  • La función de los equipos en su contexto operacional.
  • El comportamiento funcional de los equipos en ese contexto.

Como resultado de esto el proceso de M.C.C. comienza definiendo las funciones y los estándares de comportamiento funcional asociados a cada elemento de los equipos en su contexto operacional.

Cuando se establece el funcionamiento deseado de cada elemento, el M.C.C. pone un gran énfasis en la necesidad de cuantificar los estándares de funcionamiento siempre que sea posible. Estos estándares se extienden a la producción, calidad del producto, servicio al cliente, problemas del medio ambiente, coste operacional y seguridad.

6.2.1 Fallos Funcionales

Una vez que las funciones y los estándares de funcionamiento de cada equipo se hayan definido, el paso siguiente es identificar cómo puede el fallo en cada elemento en la realización de sus funciones. Esto lleva al concepto de un fallo funcional, que se define como la incapacidad de un elemento o componente de un equipo para satisfacer un estándar de funcionamiento deseado.

6.2.2 Modos de Fallos

El paso siguiente es tratar de identificar los modos de fallos que tienen más posibilidad de causar la pérdida de una función. Esto nos permite comprender exactamente ¿qué es lo que puede que estamos tratando de prevenir?.

Cuando estemos realizando este paso, es importante identificar cuál es la causa origen de cada fallo. Esto asegura que no se malgaste el tiempo y el esfuerzo tratando los síntomas en lugar de las causas. Al mismo tiempo, cada modo de fallo debería de ser considerado en el nivel más apropiado, para asegurar que no se invierta demasiado tiempo en el análisis del fallo en sí mismo.

6.2.3 Efectos de los Fallos

Cuando se esté identificando cada modo de fallo, los efectos de los fallos también deben registrarse (en otras palabras, lo que pasaría si ocurriera). Este paso permite decidir la importancia de cada fallo, y por lo tanto qué nivel de mantenimiento preventivo (si lo hubiera) sería necesario.

El proceso de contestar sólo a las cuatro primeras preguntas produce oportunidades sorprendentes y a menudo muy importantes de mejorar el funcionamiento y la seguridad y también de eliminar errores. También mejora los niveles generales de comprensión acerca del funcionamiento de los equipos.

6.2.4 Consecuencias de los Fallos

Una vez que se hayan determinado las funciones, los fallos funcionales, los modos de fallo y los efectos de las mismas en cada elemento significativo, el próximo paso en el proceso del M.C.C. es preguntar: ¿ cómo (y cuánto) importa cada fallo?. La razón de esto es porque las consecuencias de cada fallo nos dicen si necesitamos tratar de prevenirlas. Si la respuesta es positiva, también sugieren con qué esfuerzo debemos tratar de encontrar los fallos.

M.C.C. clasifica las consecuencias de los fallos en cuatro grupos:

  • Consecuencias de los fallos no evidentes. Los fallos que no son evidentes no tienen impacto directo, pero exponen a la organización a otros fallos con consecuencias serias, a menudo catastróficas. Normalmente son los dispositivos de protección que no disponen de seguridad inherente, y que pueden suponer la mitad de los modos de fallo de los equipos complejos modernos. Un punto fuerte del M.C.C. es la forma en que trata los fallos que no son evidentes, primero reconociéndolas como tales, en segundo lugar otorgándoles una prioridad muy alta y finalmente adoptando un acceso simple, práctico y coherente con relación a su mantenimiento.
  • Consecuencias en la seguridad y el medio ambiente. un fallo tiene consecuencias sobre la seguridad si su ocurrencia genera condiciones que pueden propiciar lesiones o incluso la muerte de personas. Tiene consecuencias sobre el medio ambiente si infringe las normativas municipales, regionales o nacionales relacionadas con el medio ambiente.

M.C.C. considera las repercusiones que cada modo de fallo tiene sobre la seguridad y el medio ambiente y lo hace antes de considerar la cuestión del funcionamiento. Esto, sin duda alguna, pone a las personas por encima de la problemática de la producción.

  • Consecuencias operacionales. Un fallo tiene consecuencias operacionales si afecta la producción (capacidad, calidad del producto, servicio al cliente o costes industriales en adición al coste directo de la reparación). Estas consecuencias cuestan dinero y lo que cuesten sugiere cuánto se puede destinar en tratar de prevenirlas.
  • Consecuencias que no son operacionales. Los fallos evidentes que caen dentro de esta categoría no afectan ni a la seguridad ni a la producción, por lo que el único gasto directo es el de la reparación.

Si un fallo tiene consecuencias significativas en los términos de cualquiera de estas categorías, es importante tratar de prevenirlas. Por otro lado, si las consecuencias no son significativas, entonces no merece la pena hacer cualquier tipo de mantenimiento preventivo que no sea el de las rutinas básicas de lubricación y servicio.

Por eso en este punto del proceso del M.C.C., nos preguntamos si cada fallo tiene consecuencias significativas. Si no es así, la decisión normal a falta de ellas es un mantenimiento que no sea preventivo. Si por el contrario fuera así, el paso siguiente sería preguntar ¿qué tareas preventivas (si las hubiera) se deben de realizar?. Sin embargo, el proceso de selección de la tarea no puede ser revisado significativamente sin considerar primero el modo de fallo y su efecto sobre la selección de los diferentes métodos de prevención.

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