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Este ingeniero de mantenimiento, que se inició en la aeronáutica, habla con Predictiva21 acerca de su gusto por la ingeniería, su compromiso con la calidad y su pasión por el vuelo libre.

Volar, surcar el aire, y a la vez hacerlo bajo estrictas normas de seguridad, con amplios conocimientos sobre mantenimiento, mantenibilidad y gestión de activos, son conceptos que, aunque comparten una raíz común, difícilmente convergerían en una misma persona. A menos que estemos hablando de Elías Al Tafech, un brillante ingeniero mecánico y tecnólogo aeronáutico, que inició su andadura profesional dentro de la aeronáutica, matriz primigenia que dio origen a lo que hoy conocemos como mantenimiento predictivo y gestión de activos.

Al Tafech labora actualmente en el holding petrolero estatal de Venezuela. Conversamos con Elías en los espacios de nuestra redacción, a la cual acude con los registros gráficos y audiovisuales de sus vuelos en parapente, precedido de la incombustible energía de aquellos que viven según lo que les apasiona hacer.

Predictiva21: ¿Cómo comienzas en el mundo de la ingeniería?

Elías Al Tafech: Soy ingeniero mecánico y tecnólogo aeronáutico, y por supuesto soy un apasionado del vuelo y de las ingenierías en general. Inicié mi carrera en el mundo de la aviación, y comencé trabajando en los talleres del Aeropuerto Internacional de Maiquetía, en Venezuela, que tenía convenios en esa época con la Universidad Autónoma Simón Bolívar. Bajo la tutela del profesor José Pratto, excelente profesional. En el campo aeronáutico, la confiabilidad es de vital importancia, los márgenes de error tienen que ser mínimos, porque se trata de vidas humanas en el aire, y tienes que tomar decisiones muy certeras. Mi primer trabajo fue en la antigua línea aérea Viasa, estuve allí laborando un año luego de realizar mis pasantías en esa misma empresa. Posteriormente, comencé a trabajar en la línea aérea Avensa. En 1999 me tocó estar presente en el deslave de Vargas, una tragedia que tocó a muchos venezolanos. Allí me desempeñé como coordinador de aterrizaje, y pasé a trabajar con el equipo estadounidense, que tenían equipos tan sofisticados como el Blackhawk y el Chinook, enviados por el gobierno norteamericano para apoyar a Venezuela durante este trágico evento. Luego continué estudiando, y me hice ingeniero mecánico, aprovechando la base de conocimientos que traía como tecnólogo aeronáutico.

P21: ¿Cómo ingresas de lleno en la ingeniería de mantenimiento?

EAT: Como todo comienzo, fui incursionando en varias empresas, hasta que pude ingresar a Pdvsa. Me hicieron todas las entrevistas de rigor, en las cuales mis conocimientos básicos de aeronáutica me ayudaron mucho. Entré en el proyecto piloto de Pigap 1, en donde trabajé bastante tiempo. Actualmente formo parte del equipo técnico de asesores. Desempeñé el cargo de líder de ingeniería de Equipos Dinámicos, estuve en el equipo que formó parte del proyecto 48 mil horas de Pigap, y fue ahí donde me inicié. Pasé por todas las plantas, desde El Tejero hasta Morichal. Y actualmente trabajo en el Departamento de Confiabilidad.

P21: También practicas vuelo libre, en parapente. ¿Cómo juntas estas dos pasiones, la ingeniería y el vuelo libre? ¿Cuál es el punto de encuentro entre ambos?

EAT: Si yo relaciono la confiabilidad aplicada a un equipo, y la comparo con la confiabilidad que hay que aplicar para ejercer el vuelo libre, obviamente tienen muchas cosas en común. Pertenezco al Club de Vuelo La Cimarronera, que funciona desde hace 15 años, y es nuestro marco legal para realizar prácticas de vuelo en parapente. Los equipos, tanto los de una planta como los de parapente, necesitan planificación, revisión y mantenimiento. Para exponerse a una condición como volar en parapente, debe someterse primero a un entrenamiento, cumplir las fases prácticas y teóricas, entender cómo funciona, aprender las técnicas, el inflado, las maniobras, aprender sobre condiciones atmosféricas, velocidad del viento (entre 17 y 30 km/h), adquirir conocimientos meteorológicos, aerológicos, topografía, aerodinámica, las variables térmicas, entre otros aspectos. El deporte consiste en realizar un vuelo aprovechando las térmicas, que nos permite ascender, tomar altura y disfrutar el vuelo. Con una máquina pasa igual. Hay que planificar, determinar los recursos a utilizar, la aplicación de estos, poner en marcha el plan y evaluar los resultados, que deberán ser exitosos. El producto final serán un mantenimiento o un vuelo satisfactorio. La buena práctica, tomar decisiones certeras, aplicar las técnicas correctas, respetar los manuales (de mantenimiento o de vuelo), todo eso hay que internalizarlo, porque en el aire dependerás de la pericia, la experiencia y los consejos de los expertos. Si no basamos todo en confiabilidad, seguramente tendremos eventualidades e incidentes que causarán daños a los equipos o a las personas. La confiabilidad no se negocia ni se escamotea. Para todo hay que tener normas de seguridad.

P21: ¿Qué ventajas reales ofrece este deporte, que es extremo?

EAT: Muchas. Primero la capacidad de disfrutar, de volar, que ha sido una de las grandes pasiones de toda la humanidad. En segundo lugar promocionas el turismo, atraes la atención de las personas hacia una práctica hermosa, limpia, amigable con el planeta. Y adquieres también muchos conocimientos y mucha disciplina. Los vuelos en tándem, con doble asiento, son muy requeridos por los turistas. Por otro lado, el vuelo en parapente puede ayudar a salvar vidas. Si estás en un lugar elevado y tienes que trasladar a alguien de urgencia, o llevar medicamentos, un parapente es idóneo para eso, es mucho más rápido.

P21: ¿Otros intereses?

EAT: Dentro de las áreas en las cuales me he desempeñado, están las telecomunicaciones. En la universidad estudié fotografía, que es una de mis pasiones. En la Universidad Bolivariana de Trabajadores, UBT, culminé mis estudios de Ingeniería Mecánica, pero previo a eso estudié otras cosas. Por ejemplo, en la UDO estudié fotografía, aparte de mis estudios formales en aeronáutica en Maiquetía. También me gusta la locución y el trabajo en radio en general. Tuve un programa en el circuito YVKE Mundial, y antes de eso fui operador de estudio. Hice el curso de Productor Nacional Independiente, junto con mi esposa Nancy y mis hijos. Y ello dio paso a una hermosa iniciativa: tuve un programa de radio, para niños, en los cuales participábamos todos, incluyendo a mis hijos, que eran los moderadores del programa. Fue una experiencia muy hermosa. Yo me encargaba de hacer el libreto, mi esposa lo editaba y mis niños salían al aire. También soy radioaficionado. Me inicié en esta rama poco antes de la tragedia del estado Vargas, en donde no solo fui uno de los muchos damnificados, sino también me tocó ayudar en las labores de rescate. Así que esto impidió que presentara mi examen y sacara mi licencia de radioaficionado. Pero con el parapente lo volví a retomar. Honestamente, creo que todo el mundo debe ser radioaficionado, porque es el único medio de comunicación disponible en caso de grandes catástrofes. Estamos tratando de formar el club acá en Monagas, además de impulsar la realización de cursos para todas las personas. Como ser humano, creo que lo más importante es ser útil a los demás, servir a la comunidad y ayudar a otros. Y también creo que la confiabilidad está por encima de todo, sin ella nada es seguro. Es la que nos permite planificar y calcular acciones, para tener un resultado satisfactorio.

Elías Al Tafech junto a su esposa Nancy, luego del aterrizaje.
Elías Al Tafech junto a su esposa Nancy, luego del aterrizaje.
La confiabilidad es inseparable del vuelo libre.
La confiabilidad es inseparable del vuelo libre.
Sesión de vuelo en La Cimarronera. Volar es una de las pasiones de Al Tafech.
Sesión de vuelo en La Cimarronera. Volar es una de las pasiones de Al Tafech.

Texto: Alimey Diaz
Fotografías: Cortesía de Elias Al Tafech

Próximos cursos:

Del 04 de junio al 23 de julio
64 horas académicas en línea en vivo
9:00 am – 1:00 pm, Hora CDMX