Desinformados: ¿Lo son por decisión propia o porque se les ha negado la información?
Hoy en día, gracias a la Internet, prácticamente no tenemos excusa para no estar empapados del acontecer local, regional, mundial o universal, a no ser que haya una limitante de no poseer equipos que nos lo permitan. En segundos se puede aclarar una duda de cualquier tipo o complementar una idea escasamente desarrollada mediante la consulta a un buscador en la red. Todo esto con la facilidad y sencillez con la que un niño de escasa edad puede manejar cualquier ordenador o uno de los tantos inventos tecnológicos que hoy en día están a nuestro alcance.
Desde cierto punto de vista, ser un desinformado puede tener sus ventajas: si no te enteras de algo, no tienes que angustiarte por lo que esté pasando al respecto, o no te contaminas de una realidad que puede ser nociva o angustiante (como reza el dicho: a veces es mejor no saber; ojos que no ven, corazón que no siente, etc.) Por otro lado, la desinformación nos puede poner en desventaja frente a otros que sí poseen datos, lo cual puede acarrear, por ejemplo, el no tener acceso u opción a ser seleccionados para un trabajo por no poseer conocimientos de un idioma extranjero o un entrenamiento específico en un área especializada específica requerida.
La desinformación también nos puede hacer social y psicológicamente susceptibles a manipulación, y eso puede ser considerado terrible y hasta condenable si es producto de la negligencia tanto por parte de quien posee o acapara los datos como por quien no se interesa en poseerlos. Concretamente, estar desinformado puede exponernos al rechazo dentro de ciertos círculos en los cuales el manejo del conocimiento es altamente apreciado. La frase “no tienes idea de lo que se está hablando” tiene, a mi parecer un profundo impacto de desaprobación y provoca malestar en quien la recibe, y reacciones diversas como la exclusión o alejamiento por vergüenza, o la reacción contraria: proponerse a obtener dichos datos para estar a la altura o superar el nivel esperado. Entonces podríamos caer en lo que Javier Barros del Villar (“La Era de la Desinformación”) comenta sobre cómo el exceso de información es peor que la simple ignorancia, y la saturación que sufre nuestra sociedad actual con elementos muchas veces contradictorios que traen confusión, en lo que bien llama “la era de la sofisticación de la ignorancia”: sabemos tanto que no sabemos nada, porque sólo acumulamos datos en forma de quantums o paquetes informativos. Es el “mainstream media” que nos desborda, pero con un efecto negativo, casi nefasto. Y el historiador D.J. Boorstin reafirma esta idea con una frase que reza: “La tecnología es muy divertida, pero también podemos ahogarnos en ella. La neblina de la información puede debilitar el conocimiento”.
El punto es que estar informado tiene un precio y a la vez un valor, y eso puede significar que el poseer datos nos compromete a hacer buen uso de ellos en salvaguarda de la veracidad o la confiabilidad misma. Una persona que está al tanto de lo que sucede puede ofrecer soluciones acertadas para resolver problemas si sabe cómo utilizar dicha información, convirtiéndose en elemento clave para el desarrollo exitoso dentro de la empresa o institución a la cual pertenece. En este sentido, no se puede desaprovechar ninguna oportunidad de mejoramiento profesional o de compartir experiencias en el marco de las variadas actividades que se presten para ello o que promuevan esta claridad de pensamiento y acción.
Es evidente cómo existe hoy en día una corriente que impulsa el compartir conocimientos dentro de la comunidad conformada por las empresas de mantenimiento y confiabilidad, y al respecto vale la pena hacer mención especial de un ejemplo concreto de “conciencia informativa” en la persona del Sr. Terrence O’ Hanlon, convencido defensor del proceso de preparación enfocado en la calidad. En cada congreso y conferencia dictada, se ha empeñado en promover este compartir de ideas y experiencias con el fin de brindar una mayor solidez y seguridad en el ambiente de trabajo, guiándose por una triple vertiente que contempla a la gente, la ganancia y el ambiente en comunión armónica, y con el propósito de formar líderes con visión más allá de ese pensamiento tradicionalista que se limita a ocuparse de un problema sólo una vez ocurrida la falla, cuando ya incluso pudiera ser muy tarde. Esa es la actitud que nos debe mover en nuestro afán por lograr un mundo mejor.
Finalmente, y considerando todo lo anteriormente dicho, poseer información y saber qué hacer con ella es una gran responsabilidad, ya que considero que el saber debe ser compartido para la edificación de todo aquel que lo necesita. En el conocimiento reside la libertad y el bienestar de quienes hemos venido a esta realidad para crecer juntos.
Autor: Lic. Richard J. Skinner