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Las economías de escala permiten que una empresa se expanda, al reducir los costes de producción, sabiendo que los productos son mayores que el coste de los insumos ya que el “coste medio por unidad de los productores”[1] disminuye, mientras que las operaciones de la empresa aumentan.

Cualquier empresa en expansión emplea las economías de escala a través de los procesos de compra, gestión, servicios financieros o de marketing[2], evidentemente, cuanto menores sean los costes de producción, mayores serán los beneficios, por lo que las economías de escala generan más beneficios ya que promueven el establecimiento de monopolios.

Las economías de escala permiten aumentar la productividad de determinadas empresas al tiempo que se reducen los costes de dicha productividad[3], por ejemplo, AT&T utiliza la misma infraestructura para cientos de teléfonos, lo que le permite a la empresa reducir las tarifas de servicio y, por tanto, crecer con más facilidad.

Sin duda, tanto AT&T como los clientes se benefician de las economías de escala, aunque de esta manera se lleguen a frenar los mercados competitivos o, peor aún, que la producción en masa baje los precios y sacrifique la calidad. La industria de la comida rápida es un gran ejemplo de lo anterior: McDonald’s y otras franquicias ofrecen productos poco saludables a cambio del precio más económico posible[4]. De esta manera es como las industrias interpretan las economías de escala ya que cumplen la ley de la demanda para aumentar los beneficios y, así, tienen en cuenta que el factor más determinante de la demanda es el precio.

Los servicios públicos también se benefician de las economías de escala, de hecho, las «reservas masivas» en sectores energéticos y de gas pueden utilizar los mismos recursos para toda una zona[5]. Así, las economías de escala contribuyen también a potenciar la eficiencia financiera; los servicios públicos son más fiables, cuando una sola empresa controla un área específica, por lo tanto, existe una mejor organización y un uso más competente de los recursos empleados.

Además, las economías de escala han demostrado ser beneficiosas en las residencias de ancianos, en donde “el aumento del número de residentes reduce los costes por persona que necesita cuidados”[6]. En consecuencia, el tamaño de las instalaciones aumenta, lo que permite que más personas logren acceder a un mejor servicio. 

Del mismo modo, la industria de desarrollo de software, específicamente Microsoft, ha empleado las economías de escala para hacerse de la exclusividad de un mercado más rentable. Para lograr tal éxito, Microsoft ha comprado acciones en Google y Apple, lo que le ha permitido mejorar su infraestructura y poder operativo, mientras nombra, a su vez, a nuevos directivos y abogados que cuentan con una gran formación y experiencia en áreas de trabajo específicas.

Microsoft también ha tenido contratos con diferentes bancos y ejerce una influencia considerable en el mercado de valores al invertir millones de dólares al año para promocionar sus productos y, a la par, crear anuncios negativos contra la competencia, que en este caso, es Apple y Linux.

En resumen, las economías de escala pueden ser perjudiciales para el libre mercado y, al mismo tiempo, peligrosas para la competencia, aún así, aumentan los beneficios y permiten a las empresas expandirse. Las economías de escala pueden considerarse un objetivo primordial para cualquier empresa seria, ya que busca disminuir los costes de producción para llegar a más clientes.

Referencias

[1]Economies of scale. (27 de febrero de 2022). En Wikipedia. https://en.wikipedia.org/w/index.php?title=Economies_of_scale&oldid=1074356630

[2]Idem.

[3]Economy of scale. (16 de mayo de 2009). En Wikinvest. http://www.wikinvest.co/wiki/Economiesofscale

[4]Idem.

[5] Farsi, M., Fetz, A., and Filippini, M. (2008). Economies of Scale and Scope in Multi-Utilities. The Energy Journal, 29(4), 123-143.

[6] Hoess, V., Bachler, A., Ostermann, H., and Staudinger, R. (2009). Nursing Economics. Pitman, 27(1), 45.

Autor

Raúl Quintana Selleras (Cuba, 1984).

Tiene una Licenciatura en Estudios Religiosos de la Universidad Internacional de la Florida, así como una Maestría en Sistemas de Información de la Universidad de Texas en Arlington y un Doctorado en Gerencia de la Ingeniería por la Universidad George Washington (2020). Fue el ganador del premio Limaclara Internacional de Ensayo (Buenos Aires, Argentina, 2017) y del XXIX Premio de Ensayo Becerro de Bengoa (Vitoria‐Gasteiz, España, 2018), por fragmentos de la obra «Filosofía fragmentada». Entre sus publicaciones se pueden encontrar poesías, cuentos, ensayos y artículos académicos

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